MILIBRO - Víctor Cataldo S.

01.05.2014 21:07

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Amigo Juan Buendía, aquí te mando mi historia...espero la puedas leer y la comprendas, ya que está escrito como yo hablo y puedes encontrar algún modismo de acá “Del último lugar del mundo”, como dice la canción.

 

            Yo ya había pensado escribir mis vivencias, pero después de leer este libro, pienso que va a ser una copia. Pero no es así, puede parecer, pero no lo es.

            Corría el año 1989, llevaba una vida normal. Mi primer síntoma, sin saberlo fue que un domingo jugué fútbol sin problemas y al domingo siguiente, me encontré más pesado, me costaba correr, pero uno lo atribuye a cualquier cosa, menos a una enfermedad.

En ése tiempo, estudiaba Contabilidad en vespertino, pero al llegar en la noche, venía con mis párpados caídos, yo lo atribuía a que tenía sueño, cansancio. O tal vez fue éste mi primer síntoma, bueno... no lo sé.

            Al poco tiempo, con estos primeros síntomas, me empiezo a colocar con una voz nasal y a hablar gangoso. Esto lo atribuí a una Sinusitis. Fui a ver a mi médico (Doctor Manuel De La Prida, Neumotisiólogo), el cual me mandó a hacer una radiografía para confirmar la posible sinusitis, que pensaba que tenía. Pero cuando le fui a mostrar el exámen ya tenía otro síntoma, que era cuando estaba acostado me costaba incorporarme o enderezarme. Le comento esto al doctor, el cual me examina el cuerpo, brazos, piernas, todo lo de siempre y al final me hace una simple prueba y sin más me dice que tengo Miastenia Gravis, MG jamás lo había escuchado. Se preguntarán cuál fue esa prueba, lo explico, me dijo coloca tu dedo pulgar e índice haciendo una argolla y él hizo lo mismo con sus dedos, los puso entre los míos y me dijo aprieta fuerte sin que yo los pueda sacar, tiro y salió sin resistencia, siendo que según yo los tenía muy fuertes.

            Me explica de qué se trata la MG a grandes rasgos y dice que ésta enfermedad la ven los Neurólogos, y que me iba a hospitalizar, pero no podía esperar muchos días, ya que los síntomas iban en aumento rápidamente. Que lo haríamos por emergencia para que fuera rápido, que me dirigiera al día siguiente, que era viernes, pero pensando. el lunes era festivo y le digo que esperemos hasta el martes ya que los neurólogos no me verían hasta ese día, con suerte y estaría todo el fin de semana perdido, además de aburrido, se lo digo ya que antes había estado hospitalizado y sabía cómo eran los fines de semana, entonces decidimos hospitalizar hasta el martes, pero con muchas indicaciones por si ocurría algo inesperado, como una falla respiratoria, la que sería fatal. Total, dado mi ignorancia, pensaba que me iban a confirmar el diagnóstico inicial, me recetarían unas pastillitas y listo, para la casa... Craso error.

            Estando en casa, me pongo a pensar en mi diagnóstico, Miastenia qué será, hasta donde pueden llegar los síntomas si en tan poco tiempo se agregaban más y más... quizás!!. Gravis, o sea grave... o sea muerte, si es grave es sinónimo de muerte!!, o quizás no. Habrá que esperar. Hay que estar tranquilo y no demostrar preocupación. Cabe señalar que estoy hablando del año 1989, ni pensar en Internet para averiguar algo.

            Bien, llega el martes y ya estaba hospitalizado, me atienden los  Neurólogos, cada vez se me sumaban más y más síntomas de la MG, ahora me costaba tragar las comidas y qué pensar del agua.  Pasaban los días y llegan tres o cuatro médicos, uno de ellos con un frasquito, después supe que era Tensilón, me inyectan una minúscula cantidad y que maravilla, no tengo ningún síntoma, estoy como nuevo. Listo, ésta era la solución... pero me duró menos que un candy y vuelvo a lo mismo después de unos minutos. Conclusión tengo Miastenia Gravis.

            Primera medida, me recetan Neostigmina (Prostigmina), tres por día, no sirvió, no fueron suficientes, entonces aumentan a cuatro, después cinco, no seis.... así hasta llegar a dieciocho por día, una al despertar, otra a las tres horas y así todo el día tomando y tomando pastillas, lo más importante las tomaba calculando la hora que llegaban las comidas o no podría hacerlo. A ésta altura empecé a bajar de peso, pero no importa tenía buena reserva.

 

 

            Pasaba el tiempo, hospitalizado, trasladado de Servicio en Servicio, Sala de Emergencia después Servicio de otorrinolaringología, ¿por qué ahí?, sólo porque no había cama en otro lugar, así hasta llegar a Servicio de Medicina. Pasaba el tiempo, de ésta sala a la otra, conocer pacientes con diferentes patologías.

            Después de pasar un mes y medio en el hospital  con un scanner con dudoso resultado ya que se veía algo en el sector donde debería estar el Timo, digo “debería estar” porque ya me lo habían extirpado dos años antes como Timoma, deciden operarme del Timo, que es una de las posibles soluciones de la MG.

            Pero... ahí viene la peor parte de la MG. Una noche anterior al traslado al Servicio de  Cirugía, voy al baño y noto que en mi garganta tengo secreciones, producidas por la Neostigmina, y trato de botarlas, pero al cabo de un tiempo me empiezo a cansar, por la imposibilidad de botar las secreciones y lo que me costaba respirar. Por suerte al lado se encontraba la Sala de Cuidados Intermedios, mal llamada “Camino al Cielo”, se imaginarán por qué.

            Le digo a la Enfermera que me estaba agotando y me costaba respirar, ella toma el teléfono y habla con el Doctor de turno de la UCI (Doctor Sergio Gálvez), le responde que si estaba en condiciones de trasladar, me pregunta, le digo que sí y deciden llevarme.

            Me suben a una camilla, me dicen acuéstate, le digo que si me acuesto me ahogo, entonces deciden llevarme sentado, atravesamos el sector de medicina hasta el ascensor, se llama el ascensor, llega el ascensor, entramos se cierran las puertas y qué pasa, el ascensor no hace nada, se queda inmóvil, los enfermeros se desesperan, yo me imagino de todo, hasta que al fin funciona y baja al piso que nos corresponde. Salimos, corrimos...Uummm, corrijo corrieron ellos conmigo con la camilla, por un pasillo interminable, oscuro, doblamos otro pasillo interminable, también oscuro, llegamos, pasamos una puerta otra puerta y entramos a un gran salón con mucho ruido y muuuucha luz para ser de noche. Igual como se vé en TV, es la UCI.

-Cuando uno vé en TV las salas de UCI, piensa que los enfermos que llegan ahí, son pacientes que llegan sólo a morir, pero con el tiempo, me dí cuenta el esfuerzo que pone todo el personal para que ello no ocurra.-

Ahí me recibe el doctor, con un tremendo vozarrón, me lo imagino grande, corpulento, digo me lo imagino porque a esa altura ya casi no abría mis párpados y estaba sentado en la camilla con la cabeza agachada. Me dice que me recueste para ayudarme, que me va a colocar un tubo por la boca y me va a conectar a una máquina para que respire por mí. Yo le digo que me ahogo si me recuesto, a estas alturas todo lo que hago son señas, pero accedo para que me ayudara. Pide aspiración, se sorprende con toda la secreción que tubo que aspirar y ahí respiro mejor, pero mi cansancio era tal que igual me entubó  y me conectó a dicha máquina. Mi nueva gran amiga “Máquina de Respirador Artificial”.

            Resultado, meses que no me sentía mejor, mis pulmones se inflaban como hace mucho tiempo no lo hacían. Pero como no todo es perfecto, a la máquina le suena la alarma, y le suena la alarma... el problema es que por causa del Timoma, extirpado dos años atrás me quedó una parálisis diafragmática izquierda y por ende una capacidad pulmonar inferior, entonces rayos X, por una posible neumonía, pero no, se recalcula el volumen y solucionado el problema. “Estoy en el Paraíso”.

            Después de un momento, una dulce voz me dice, Víctor te vamos a pasar de la camilla a la cama. Como hasta ese momento era bastante voluminoso, por no decir pesado, les costó mucho y me arrastro hacia la cama, como pude. Al rato llega la Enfermera y me coloca una vía venosa, cablecitos por todos lados y una sonda naso gástrica, uuuyyy, dura, molesta, pero era la solución para ingresar los medicamentos.

            Ahí pude descansar un momento, pero se iniciaba otro problema...

 

Empecé a hacerme “caldo de cabeza”, qué pasaría al día siguiente cuando mi familia se enterara, en especial mi Mamá que iba todos los días a verme, puntualmente, que recorría una distancia enorme desde la locomoción hasta el hospital, que pasaba calles, vías férreas, con sus durmientes de madera gastados por ella, que me llevaba el almuerzo... Bueno, ahí se verá.

            Pasé la noche...de madrugada, con los primeros rayos del sol, llega una auxiliar paramédico, con un lavatorio con agua y jabón a lavarme. Me lavó como si estuviera lavando su auto, me refregó por todos lados y después me secó. Quedé brillante. Me cambió la ropa de cama y listo. Después llega el médico a examinarme, pedir exámenes y más exámenes y más.

            Al medio día llega mi madre como todos los días a verme, pero al servicio de medicina donde hasta el día anterior me encontraba, no me encuentra en mi cama, lo que viene después, es para un párrafo aparte.

 

            Llega a la sala, después de pedir información, le dicen que había tenido un paro respiratorio, lo cual nunca tuve, y que estaba en la UCI (Ahí viene el pensamiento que a la UCI va el paciente que está muy grave y casi a morir). Mi madre, que apenas caminaba, no corrió...voló hasta la UCI, que quedaba al otro extremo del hospital, bajó escalas, que lo hacía con mucha dificultad, olvidando todos sus dolores, hasta llegar a la UCI. Ahí le informaron lo que había pasado y  que tenía visitas en la tarde y que estaba estable.

Siempre en televisión, cuando hay un accidente o un personaje hospitalizado, los médicos casi siempre dicen se encuentra “estable”, con el tiempo comprendí lo que significa la palabra “estable”...no significa nada, uno puede estar bien, pero está estable o bien está grave, pero está estable dentro de gravedad, o sea nada.

Que tenía visitas hasta las 4 de la tarde, qué hizo... Le regaló mi almuerzo a una señora que trabajaba en el hospital y volvió a casa para informarle a mi Padre lo que estaba sucediendo, porque si le informaba por telefono se podía desesperar y pasarle algo malo, y regresó al hospital a la hora de visitas, ahí lo peor que ha pasado mi madre, su hijo lleno de tubos y cables, sin poder comunicarse, verlo ahí como .....como....(no sé cómo decirlo)

            Ah, se me olvidaba, antes de las visitas, nuevamente me bañaban y me dejaban brillante para que llegaran mis visitas, que eran dos diarias.

            Pasaban las horas. Todo bien, hasta que vienen los exámenes de sangre. Entre otros el exámen de Gases Arteriales, el primer pinchazo duele un poquito, porque va directo a la arteria de la muñeca, el segundo duele otro poquito, pero cuando van varios por no decir muchos, ni hablar. Llega el momento que las muñecas ya no sirven, entonces se pasa a la parte interior del codo, después se pasa a la ingle....Ayyy....duele...y muchooooo. Pero preguntaba para qué si respiraba bien, o sea la máquina lo hacía, pero tenían que hacerlo y lo hacían. Los otros exámenes, sin problemas.

            Continuamente a la máquina le sonaba la alarma, qué era, secreciones en el tubo. Otro problema, llegaba la enfermera y me desconectaba, e ingresaba por el tubo una manguerita para aspirar la secreción. Claro aspiraba toda la secreción, pero se siente que te aspira hasta lo más profundo y me dejaba sin aire a la vez. Yo podía respirar poquito, ya que estaba sin fuerzas aún y la máquina lo hacía por mí, tenían que conectarme rápidamente para empezar a llenar mis pulmones de aire y salir del paso.

            .

            Mi cama, la número tres, estaba en un rincón, veía toda la UCI, con un ventanal que veía el ir y venir de todo el personal del hospital, al frente el mesón donde los médicos y enfermeras hacían sus anotaciones y conversaciones de la UCI, me separaba solo una cortina. La cual corrían cada vez que tenían que hacer un procedimiento. Procedimientos como aseo a pacientes, entubamientos, paros respiratorios, retiro de pacientes trasladados o fallecidos y otros.

 

           

            En la UCI, mi prioridad era salir del respirador mecánico, pero para qué si no tenía que hacer ningún esfuerzo para respirar, aunque pasaba sustos ya que había momentos en que el tubo se rompía y había que cambiarlo, para los que conocen los tubos en la punta  lleva un globito que se infla cuando se coloca para que no se devuelva el aire que echa la  máquina, y ese globito se rompe lo que es muy desagradable y se cambia el tubo. Ahí llamaba y llegaba el doctor con otro tubo, con el laringoscopio... a ver abre la boca, introduce el laringoscopio para mirar, aspira las secreciones, coloca el tubo nuevo, infla el globito, estetoscopio al pecho, si está bien, conectemos, muy bien... sigamos. Ni hablar cuando se cortaba la luz, las enfermeras corrían hacia los enfermos, sacaban el Ambú, desconectaban el respirador, conectaban el Ambú y a hacer el trabajo del respirador. Cuando faltaban manos y si estaba en condiciones, me dejaban el trabajo a mí de inflar el Ambú.

Después de un par de días se me informa que me van a hacer una Traqueotomía, ya que no puedo salir del respirador y me va a hacer daño con el tiempo en mis cuerdas vocales. Me llevan a pabellón me hacen la traqueo y me llevan devuelta y “Que Maravilla”, es un cambio del cielo a la tierra, ya no hay un cúmulo de mangueras que te tiran la cabeza hacia el lado, ya con la traqueo tengo las mismas mangueras, pero puedes estar más derecho, se puede movilizar mejor en la cama...mucho mejor.

            Pasan los días, con el ir y venir del movimiento de una UCI, viendo cómo entran y salen pacientes del servicio, cómo luchan los médicos por los enfermos a veces sin los medios suficientes. Un ejemplo, un día veo como en un box de aislados , que estaban al frente mío, lo empiezan a tapar de la luz con bolsas negras, después supe que era por el traslado de un paciente con meningitis.

            Día por medio me cambian la cánula de la traqueo, había una enfermera que me hacía ayudarla, cómo, me colocaba en una mano un guante para tomar el aspirador y en la otra un espejito redondo con mimbre que aún tengo de recuerdo, mientras ella sacaba la cánula yo tenía que aspirar el hoyito y ella volvía a colocar una nueva la amarraba y listo. A veces se tapa la sonda naso gástrica, uuuyyyy otro problema, tratan de destaparla, le pasan como un cable, igual si estuvieran destapando el desagüe del lavaplatos, o le hacen presión con una jeringa con agua... a veces la destapaban, oh que alivio y otras no  pasa nada, conclusión hay que cambiarla, pero cómo, si molesta, duele, me niego...me sacan la sonda tapada, descanso un tiempo y llegan con la nueva sonda. Ya Víctor, por éste hoyito, (de la nariz, mal pensados) le digo que no, ya que el otro es más grande, pero si la otra estaba ahí y le digo que no importa. Ya va pasando, hace como si tragaras, me dice, o se vá por el camino viejo, pero cómo trago si tengo miastenia y no puedo tragar... al final después de sufrir la sonda está colocada en su sitio. Todo este diálogo con señas mías. Después llegan a pasar medicamentos, le pido que al final pasen harta agua para que no se vuelva a tapar. Pero igual, siempre llega el momento que se tapa y a sufrir de nuevo.

            Al mediodía llegaba la kinesióloga a hacerme botar todas las secreciones que pudiera, ahí otra pelea, no quiero, me duele, es molesto, déjeme aquí quietecito, estoy bien, discutimos, pero al final quedábamos como amigos. Vuelvo a decir...con señas.

            Para comunicarme con las visitas, ya que con respirador no se puede hablar, me llevaron un cuaderno y lápiz, anotaba de todo, pero años después los veo y no me explico como mi familia entendía lo que escribía, era totalmente ilegible y más encima a veces me enojaba porque no me entendían.

            Después de varios días salgo del respirador a ratos, hasta que salgo completamente y no se justificaba estar en la UCI, me trasladan a otro servicio, a cuidados intermedios.

            Por estar bien me cambian a una sala común, como era tarde, decido ir a darme una ducha, vuelvo y empiezo a notar -como nunca- que me empiezo a agotar rápidamente, le digo a otro paciente que llame a la enfermera, al llegar le digo lo que me pasa y necesito una neostigmina inyectable. Al llegar, casi no respiraba, me recuesta y pierdo el conocimiento –primera vez que perdía el conocimiento por la miastenia- por suerte había cerca un médico ucista y me entubó y decidió el traslado a la UCI.

            De vuelta a la UCI, volver a lo mismo ya dicho, tratar de salir del respirador, de nuevo a entubarme, ya que la traqueotomía ya se había cerrado. Con el tiempo salí, de nuevo traslado a cuidados intermedios, pasé navidad en sector medicina, en no muy buenas condiciones pero estaba “estable”.

            Se acercaba Año Nuevo, yo seguía igual, pero el día 28, otra crisis y qué pasó, vuelta a la UCI, pero fue el período más largo. No podía salir del respirador, ni siquiera unos minutos. A Pabellón, un traqueotomía semidefinitiva.

            En el intertanto, me hacen una Timectomía exploratoria, por esa posibilidad de restos de Timo, resultado Negativa. Pero, extrañamente, después de la cirugía me siento mucho mejor, casi bien. Después de un tiempo a lo mismo.

 

            Una noche, se sentó el doctor Vega y me explicó “con manzanas” lo que era la MG. Ahí recién entendí de qué se trata todo esto.

 

En los experimentos, digo experimento porque en ese año 1989 no se conocía mucho o casi nada de MG ya que se me dijo que había un caso cada 8 ó 10 años y se me acercaban médicos nuevos y antiguos también a preguntar sobre mi caso, me sentía como un monito de experimento. A los doctores se les ocurre hacerme una Plasmaféresis, lo que significa “problemas”, conseguir dadores de sangre y muuuchoooss. Mi familia se consiguen los dadores y se hizo la plasmaféresis... ojalá nunca se hubiera hecho, me sentí peor, había momentos en que no podía ni siquiera mover ni un solo dedo, era un bulto sobre la cama con un respirador al lado, fue mi peor momento.

Pasaban los días en la UCI, despertar de madrugada, venía el baño, medicamentos, exámenes, los médicos, el aseo de la sala, correrías para allá y para acá más medicamentos, ah se me olvidaba el alimento, el maravilloso Ensure, así como entraba salía.

Un día mi madre hablando con el Doctor Gálvez le dice “No tener dinero para llevarlo al extranjero para tratar a mi hijo”, lo que el doctor le dijo “Mire, Si Onasis, con todos los millones que tenía no pudo hacer nada contra la MG, qué queda para nosotros entonces”

Después de un  tiempo y un día el doctor Gálvez se coloca frente a mi cama, ve mi ficha clínica y me dice “no sé qué hacer para sacarte del respirador”... Pero yo confiaba en él, yo sabía que él era el único que podría encontrar una solución para ésto. Otro día me administra un medicamento, el cual me hace salir del respirador por momentos. Qué sería esto, a lo mejor la solución... quizás.

            Otro día me cuenta que había mandado un mail a Bélgica, a un hospital en el cual él había estado becado, informando mi caso y si podían mandarle información y un posible tratamiento, al cabo de un tiempo le llegó un tratamiento a base de corticoides (prednisona). Ahí viene mi duda, cómo pueden darme prednisona si la tomaba mi abuelita para las rodillas. Se me empieza a administrar a dosis altas, muy altas, 125 mg o sea 25 pastillas diarias. Menos mal que estaba con sonda naso gástrica y por ella la administraban. Quizás era mi única alternativa para salir del respirador, de recuperarme, de vivir, ya que la MG me estaba consumiendo, a esa altura calculo que había perdido unos 30 kilos.

Al tiempo con éste tratamiento empiezo a sentir los cambios, mas fuerzas, me puedo sentar en la cama, salgo del respirador a ratos y al final me desconectan totalmente. Un día me quieren levantar, lo hacen, no aguanté casi nada ya que estuve mas de dos meses acostado sin poder levantarme, pero de un poco en la mañana otro poco en la tarde y así hasta que se pudo. Andaba por la UCI como si estuviera en mi casa, ya me levantaba sin problemas.

 

            Se decide que ya es momento de salir de la UCI, pero que no se tiene confianza para salir a medicina o cuidados intermedios por lo que había pasado anteriormente. Un día hay un doctor de visita en la UCI, después supe que era el jefe de medicina del hospital de Quilpue, en conjunto con él se decide el traslado al hospital de Quilpue, ya que estaba cerca de mi casa, se acabarían los viajes y todo. Me trasladan con una lista de indicaciones que deberían cumplir, la principal era que cuando yo pidiera un medicamento de urgencia me lo tenían que administrar sin dudar, como era primordial para mí, en ese momento, la Atropina y en caso de urgencia la Neostigmina inyectable. Además de un sistema de aspiración eficiente, ya que todavía estaba con la traqueo. Me llevan a una sala individual, la cual el sistema de aspiración funcionaba a medias, por consiguiente no podía sacar las secreciones completamente, le pido a la enfermera una atropina para secar las secreciones y respirar mejor a lo que no accede, me dice que éste hospital no funciona así, que el paciente no manda, le solicito la visita médica, después de mucho molestar al final llamó al médico de turno el que se demora demasiado, le pido la atropina o la neostigmina, me dice que yo no mando y que es él quien decide lo que se me administra, pero qué tiene que opinar él si las indicaciones mandan, se pone a leer tranquilamente la ficha, por lo que le digo que vea lo que dice la ficha, principalmente la parte subrayada que decía que yo pedía la medicación en su momento y que ya no quería nada de él ni de su hospital, solamente el traslado al Hospital de Viña o simplemente el alta para la casa, ya que vivo a dos cuadras del hospital.

Conclusión, de vuelta a Viña.

 

Después de éste mal momento, pasaron los días sintiéndome mejor hasta que se decide darme el alta para la casa. Desde mi primera hospitalización hasta éste día, ya habían pasado casi ocho meses.

            Me mandan para la casa, con muchas indicaciones y “con una cartita bajo la manga”, transcurrían los días, salí con traqueo, de la cual tenía dos cánulas metálicas que se cambiaba continuamente... un día del cambio me sacan una para poner la otra y al tratar de colocar la nueva el hoyito se cerró completamente o casi, ya que quedó una pequeña filtración.

            Estando en casa me sigo atendiendo con los Neurólogos, que sabían tanto del tratamiento como yo. Se decide ir bajando la dosis de la Prednisona gradualmente a días alternos según una tabla, hasta llegar a una dosis ínfima, momento en el cual le dije que no podía seguir disminuyendo, ya que estaban apareciendo síntomas que ya habían desaparecido. Se mantuvo la dosis un largo tiempo y los genios (Neurólogos) volvieron a insistir para bajar la dosis, hasta llegar a dos pastillas día por medio y negándome a eliminarla totalmente, después de muchas discusiones llegaron a ésta solución, sólo por el hecho de que la prednisona tenía más dificultades que beneficios. Duré siete días sin prednisona, gracias que “esa cartita bajo la manga” que eran unas neostigminas inyectables para emergencias,  pude llegar al hospital, conclusión de vuelta a la UCI.

Lo que pasó es que en la noche me iba a costar, entro al baño y al estar sentado, con la puerta a un metro, no podía golpearla ni llamar para mi auxilio porque ya no respiraba, no hablaba, con mis últimas fuerzas me tiro al suelo, salgo del baño, mi madre se da cuenta, como pueden me arrastran a la cama con mi padre, llaman a una vecina que coloca inyecciones. Apenas me movía, pero le digo que me inyecte dos ampollas. Es una exageración, pero fue lo único que me hizo salir del problema y llegar al hospital.

            Al día siguiente cuando me ve el doctor Gálvez, muy prisco ocupándole una cama UCI, se molesta y me pregunta qué paso, por qué estoy en el respirador mecánico, le digo... no... le escribo en una hoja lo que pasó, que me cortaron la prednisona y aquí estoy. Yo pensé que hasta aquí llegaba el problema, pero cuando llegan los Neurólogos, me dí cuenta lo enojado que estaba, ahí se desahogó, lo menos que le dijo es que eran irresponsables.

Ahora a empezar todo de nuevo desde cero.

            Con los días de vuelta en casa, transcurren los días y la mejoría. Pasaban las semanas y meses. De vuelta a los estudios. Unos meses después sin mayor esfuerzo, un fuerte dolor de espalda en la zona lumbar. Conclusión de vuelta a emergencia, diagnóstico fractura de tres vértebras. Hospitalizado, tratamiento, ya que no se puede enyesar, hay que aplicar inyecciones, muy dolorosas, después de un tiempo de alta y sigue el tratamiento en la casa.

           

            Pasaban los meses, todo bien, tratando de llevar una vida normal, pero... aparece un fuerte dolor abdominal, chuta parece la vesícula, vuelta a emergencia, diagnóstico cálculos biliares´o sea operación, como por tener MG, tiene que ser planificado, se hospitaliza, se habla a la UCI para el traslado posterior a la cirugía.

            Después de la operación, con laparoscopia, ya que es menos invasiva despierto en la UCI, tuve una pronta recuperación y al día siguiente a la casa.

 

 

 

Para ese entonces la UCI la habían cambiado, estaba en otro sector, la encontré más chica, más moderna, pero no me gustó, no era la misma de antes, aunque era casi el mismo personal médico y paramédico, no me gustó y mientras esté en mis manos, nunca voy a volver a la UCI .

            Además que desde el último percance con los Neurólogos, he decidido llevar el tratamiento a mi manera, yo veo las dosis que debo tomar, yo pido las recetas con las dosis que quiero tomar. Pido exámenes cuando tengo dudas.

            Creo que no lo he hecho tan mal, ya que llevo mas de 20 años sin ninguna crisis.

 

            He omitido, muchos detalles para no hacer muy extensa mi historia.

 

 

 

                                                           Víctor Cataldo S.

                                                            Quilpué, Chile